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Escudriñando el Güegüence
Carlos Mántica
Dic. 2007


INTRODUCCIÓN:
Muchísimas gracias a todos los culpables de que tenga hoy el honor de estar aquí con ustedes; y a todos los presentes mis gracias anticipadas por aguantarme con paciencia.
El venir a Diriamba a hablar de El Güegüence me causa siempre temor y temblor porque ustedes son los Guardianes de esta obra, orgullo de Nicaragua, y quienes de veras la conocen. Yo soy apenas un investigador aficionado que ha tenido la osadía de publicar varios libros sobre El Güegüence, pero siempre y solamente como lingüista, también aficionado, y como traductor de la obra.
En esta ocasión vengo a someter a su consideración un nuevo libro que he titulado “Escudriñando El Güegüence”, y que necesita de una presentación porque difiere mucho de todo lo publicado hasta la fecha. Les ruego escucharla con mucha atención y con la certeza de que jamás he pretendido re inventar El Güegüence o adaptarlo a mis preferencias y fantasías, sino que me he limitado a escudriñar la obra y a traducir con absoluta fidelidad lo que allí está y consta por escrito. Una vez más confío en que mi trabajo abrirá las puertas a nuevas y mejores investigaciones.
Desde que Daniel Brinton publicara en 1883 un primer intento de traducción de nuestro Güegüence, se ha tenido esta obra como una comedia-bailete que denunciaba con valentía los desmanes de un Gobernador de Nicaragua, símbolo de la dominación española, concediéndosele más tarde, y con sobrada razón, la categoría de teatro de protesta.
En la medida en que pudimos ir desentrañando la jerga en que está escrita, nos fuimos sin embargo dando cuenta de que existen en la obra misma muchos elementos que nos obligaban a preguntarnos si tal protesta estuvo dirigida realmente en contra de la persona de algún Gobernador español - protesta que pudo ser obstaculizada por las autoridades de la época - o más bien denunciaba libremente, y con humor procaz, la corrupción y los abusos de algunos Gobernadores indios, cómplices e imitadores del gobierno invasor.
Esta posibilidad me condujo a nuevas investigaciones que presenté, todavía tímidamente, en mi libro, El Cuecuence, o Gran Sinvergüenza, Obra Maestra de la Picaresca Indoamericana, investigaciones que he continuado, llegando finalmente a la conclusión de que la obra no estaba ni podía estar dirigida directamente en contra de la persona de un Gobernador español.
Ya no seguiría buscando la identidad de el Señor Gobernador Tastuanes entre los nombres de los Gobernadores de Nicaragua La encontraría mas bien en la caricatura de uno o más gobernadores-tlatoani, instrumentos y cómplices de la dominación española.

Para una mejor comprensión de este tema tan poco estudiado, es necesario conocer algunos
ANTECEDENTES:
Desde los primeros años de la Colonia (1535), y las más de las veces por no contar con personas suficientes o idóneas para gobernar los pueblos de indios más importantes, los españoles optaron sistemáticamente por mantener en sus puestos a los tlatoani de mayor jerarquía. Aunque hubiesen tenido suficientes candidatos españoles disponibles para supervisar todos y cada uno de los pueblos indígenas, estos no habrían sabido desempeñarse de manera tan efectiva como los funcionarios que ya los presidían. Empezar con el "tlatoani" principal del lugar era la forma obvia de proceder y quizá la única posibilidad práctica de hacerlo. ( James Lockard. Los Nahuas después de la Conquista. )
En Nicaragua los conquistadores tuvieron como primeros "aliados" al Cacique de Nicaragua y a Agateyte de El Viejo. ( Carlos Molina Arguello. Carta a P.A..C. ) Y a ambos les fue encomendado el colectar el tributo para los españoles.
Fue a través de los tlatoani a quienes llamaron "caciques" (nombre tahíno traído de las Antillas), que los españoles manejaron las encomiendas, la recaudación del tributo, el reclutamiento de mano de obra forzada (el obraje), y más tarde la captación de esclavos para su exportación como carne de cañón en la conquista del Perú. Los más serviles se ganaron muy pronto el repudio de sus congéneres.
Este colaboracionismo de los tlatoani se tornaba aún más repugnante ante los excesos de las autoridades españolas, a vista y paciencia de los caciques. A manera de ejemplo, el tributo que los indios pagaban con maíz, frijoles, cabulla, gallinas y sólo una pequeña parte en dinero se lo apropiaban algunos gobernadores como suyos para venderlos por su cuenta. El repartimiento de indios, llamados también “alquilones” que suponía aportar cada pueblo para obras de interés común, como la reparación de calles, fueron utilizados por algunos alcaldes, como sucedió en Granada en 1673, para hacer más de 80.000 tejas y ladrillos para sus propias casas y para la venta. Estos granadinos llevaron a los indios a sus trapiches de azúcar donde muchos murieron y otros quedaron lisiados y el pago del salario no lo hicieron en efectivo sino en cacao. ( Nicaragua Colonial. Alejandro Montiel Arguello.)
Abusos similares sucedían en los obrajes de añil y en la colecta del caracolillo Murex para la fabricación del famoso Hilo Azul de nuestro Güegüence.
Los tlatoque ( plural de tlatoani ) tenían además la función de velar por que los indios aprendieran la doctrina cristiana, asistieran a misa, anduviesen vestidos y tuviesen imágenes religiosas y rosarios y de evitar los "amancebamientos", la ebriedad y todos los pecados públicos, funciones nada aceptables para el indio recién conquistado que conservó por mucho tiempo su propia religión y costumbres.
Este tipo de colaboracionismo engendró entre los indios un rechazo hacia algunos de sus caciques, muy similar al odio de los Israelitas hacia los Publicanos judíos, cobradores de impuestos del Imperio Romano.
Si bien es cierto que en lo relativo al tributo y a la tiranía del imperio español nuestros indios sólo estaban “cambiando de estaca” porque el indio del común siempre estuvo sujeto al pago de

tributos y a la tiranía de los grandes tlatoque o del Emperador Azteca, no debemos olvidar que, como narra Torquemada, los Chorotegas que se asentaron en la Manquesa, es decir en “Los Pueblos “de Masaya y Carazo, cunas del Güegüence, viéndose en tan grande aflicción emigraron a Nicaragua para escapar de los tributos y los abusos a que estaban sometidos en Soconusco ( Tehuantepec ) durante la tiranía Olmeca. Como lo hicieron antes los Nicaraguas y por las mismas razones cuando emigraron desde Ticomega y Maguatega. Y como lo hicieron ellos mismos durante la Colonia despoblando la zona del Pacífico y huyendo hacia la zona norte del país.
Con el tiempo, a los tlatoque más dispuestos a obedecer y servir con fidelidad al imperio se les concedió además el título formal de “Gobernadores” como consta hubo muchos en Nicaragua. En Nindirí 1694, en Subtiava 1697, 1700 y 1712, en Telpaneca y los otros pueblos de la jurisdicción de Nueva Segovia 1713, en El Viejo 1714 y en Matagalpa 1729, entre otros. ( Estructuras Sociales de Nicaragua en el Siglo XVIII¨ del Dr. Germán Romero Vargas, Pags. 76 y ss. )
Sabemos, por ejemplo, de un expediente en el que los indios de Palacagüina,Condega y Totogalpa se quejan de que el Gobernador español Gabriel Rodríguez Bravo de Hoyos ( 1688-1693) puso un Gobernador Indio en el Pueblo Nuevo de la Santísima Trinidad, para facilitar la colecta de el tributo y que este Gobernador indio los vejaba tanto que por todo ello habían caminado ciento cincuenta leguas para pedir amparo. A su vez, fueron tantas las fechorías del español Rodríguez Bravo que durante un Juicio de Residencia huyó hacia Panamá y no se volvió a saber de él. ( Nicaragua Colonial. Alejandro Montiel Arguello. P204 )

Hasta aquí los antecedentes. Veamos ahora lo que nos dice el texto mismo de El Güegüence:
LO QUE NOS DICE EL TEXTO:
La obra, escrita en el nahuate de los indios y entendida sólo por ellos por resultar casi incomprensible para el español invasor, nos habla de un personaje descaradamente corrupto, dispuesto a negociar con mercadería de contrabando y que viola de diversas formas las leyes españolas que él mismo supone hacer cumplir. Se le da el nombre de Señor Gobernador Tastuanes.
Pero Tastuanes no es un nombre propio de persona sino el título que delata su doble rango: es a la vez el “tlatoani” o cacique que tenía ya esa comunidad indígena, nacido en el lugar y electo por su gente casi siempre de por vida, al que los españoles conservaron en su posición de gobierno, y a quien concedieron el rango de Gobernador por su fidelidad y colaboración con la Corona.
Hasta aquí sólo hemos demostrado que los Gobernadores - Tlatoanis existieron en Nicaragua, que no siempre gozaron de la simpatía de los indios y que nuestro Gobernador Tastuanes bien pudo ser uno de ellos. Pero la cosa no para allí:
Este Gobernador, que alguna vez pensamos era español, tiene además una hija llamada Suche es decir Xochitl, nombre también de lengua nahuatl, a la que al final de la obra casará gustosamente con un indio de dudosa reputación, en una boda laica y sin la participación de ningún sacerdote, todo ello en una época furiosamente católica y clasista.
Esto también debe darnos mucho que pensar. Pero todavía hay más:
Este Gobernador tiene un Cabildo compuesto enteramente por familiares suyos (algo expresamente prohibido por las leyes españolas ) y que se encuentra en bancarrota por tolerar a la nobleza indígena ( los señores Principales, o Príncipes ) de su pueblo y a los miembros de su propio cabildo la falta de pago de ciertas obligaciones: El pago de una licencia que se exigía para autorizar ciertos bailes y zarabandas. En una de mis glosas se documenta ampliamente el por qué tanto escándalo por los bailes que el Tastuanes manda suspender. ( Ver Bailes y Zarabandas )
En esta tolerancia hay una deferencia para con la nobleza indígena que no encaja con las actitudes de un Gobernador español. En el Parlamento 8 hasta el mismo Alguacil Mayor expresa que ya basta de ser tan complacientes con ellos.
La vergonzosa pobreza del Señor Gobernador Tastuanes y de todo su Cabildo Real, que contrasta con el bienestar de los Gobernadores españoles, fortalece la tesis de una gobernación indígena.

No encuentro nada en la obra que apunte a la persona de un Gobernador español reconocible, ni siquiera como símbolo, sino que el texto mismo insinúa más bien la personificación de los vicios y desmanes de uno o más gobernadores indios que merecieron y quizás dieron inicio al dicho de que No hay cosa peor que poner a un indio a repartir chicha.
Y digo personificación porque los personajes reales que inspiraron la obra ( y su mismo autor ) se mantienen en el anonimato. Ni el Capitán-Alguacil Mayor, ni el Escribano Real, el Regidor de Caña, Dña. Suche Malinche -y aún el mismo Güegüence- ostentan tampoco un nombre propio de persona sino que se identifican por su profesión, por su carácter, o por el cargo que ocupan.
Este anonimato parece indicar que la obra no fue escrita directamente en contra de personas concretas que pudiéramos identificar en el futuro, sino que denuncia en forma genérica los vicios y desmanes del gobierno, tanto indígena como español; vicios y desmanes conocidos por todos los espectadores de la obra, y que a lo largo de nuestra historia han caracterizado también a muchos de nuestros gobernantes y funcionarios en todos los niveles. ( Extorsión, mordidas, contrabando, favoritismos, impunidad de sus allegados, nepotismo, adhesión sumisa a potencias extranjeras, Etc. Mientras algunos jueces, sin licencia y sin vergüenza se “cargan” hoy en los juzgados y se “descargan” en la justicia.)

Pero el genial autor va aún más allá y nos presenta también, como principal protagonista de la obra, a un personaje que siendo del momento “retrata.” también a muchas personas y personajes de ayer, de hoy y de siempre, por su semejanza con nuestro sesule Güegüence.
El autor nos presenta una especie de anti-héroe con grandes virtudes y defectos: A un pequeño burgués, de “buena familia”, pero venida a menos, que desde muy joven anduvo en aquellos campos de los Diriomos (297) alzando fardos de Guayabas y quizás trabajó también en la peligrosa recolección del murice, el molusco del que se extraía la tinta para el hilo azul. (297)
Que al igual que sus hijos “hasta en las uñas tiene encajados los oficios”(160) y en tiempos de terrible pobreza sabe ganarse la vida de mil maneras diferentes adaptándose a cualquier circunstancia. Hoy es un buhonero y trafica por esas tierras adentro, por la carrera de México, por Veracruz, por Verapaz, por Antepeque, arriando su recua.( 121)
Siendo Señor Principal, combate al régimen opresor, critica abiertamente el nepotismo reinante (112) y no busca “pegue” en el Gobierno de su pariente lejano el Señor Gobernador Tastuanes.

Es ingenioso, ocurrente, “payaso”, (11) buen bailarín (180) y hasta medio poeta. (123) Pero a su vez es: Fachento y mentiroso, que “diz que es hombre rico” (135), que se hace el sordo cuando le conviene (16) y que siempre sale airoso de sus tropelías, gracias a su ingenio. Que sabe, o dice saber, o cree saber de todo y opina y da cátedra a cualquiera sobre cualquier cosa (96) y de quien nunca se sabe si está diciendo la verdad o si va a actuar de una manera muy distinta a lo que dice. (102)

Que como tantos nicaragüenses, está en contra de la corrupción y la combate, pero él mismo es corrupto: Es Contrabandista (136) y evasor de impuestos (144) y para evadirlos recurre a la “mordida” y al Soborno. (94)

Por su propio hijo sabemos que es cornudo. Que cuando yo anduve con mi padre por la carrera de México, y cuando venimos ya estaba mi madre en cinta de otro (147), pero desde muy temprano en la obra el Gobernador lo llama también afrentador ( de honras ) y consentidor, (12) es decir cabrón, que además consiente que su mujer se las pegue.

Hoy se le podría quizás acusar de pedofilia, de corrupción de menores y de abuso sexual ¿Qué edad tenía la “niña” que columbró al Güegüence desde una ventana y le dio licencia para aquello?(123) Pero jamás daríamos cabida a las acusaciones de sus dos hijos que en castellano y por escrito lo tildan de moclín.(228 )

El Güegüencismo del Nica es una realidad antigua que se continúa en el presente y que la obra ilustra tanto en sus características positivas como negativas. Del mismo modo que Don Alonso Quijano, Sancho Panza, y otros personajes de El Quijote, siendo personajes ficticios, creados por Cervantes, encarnaban y siguen encarnando personas concretas de ayer, de hoy y de siempre. De ahí la permanente actualidad de ambas obras.

CONCLUSIÓN:

El Güegüence no pierde con este re enfoque su condición de Teatro de Protesta sino todo lo contrario. El humor cáustico y la burla continúan siendo el arma predilecta del nicaragüense contra los desmanes del gobierno de turno, demasiadas veces aliado o al servicio de potencias extranjeras. Eficaz y al alcance de todos, se hostiga al gobernante denunciando también y con igual fuerza la corrupción y los desmanes de sus Ministros, de sus colaboradores o de sus aliados incondicionales.

En vez de perder su condición de Teatro de Protesta, nuestra obra cumbre de teatro callejero y hoy Patrimonio Oral Intangible de la Humanidad adquiere, por el contrario, una nueva dimensión, pues critica no solamente al gobierno central sino que denuncia también y sin reparos las tropelías y vicios de sus colaboradores, sin disimular en lo más mínimo la corrupción generalizada de todos y cada uno de sus simpáticos personajes y aún de su

personaje principal, El Güegüence, (o Gran Sinvergüenza ) todos ellos zorros de un mismo piñal.

Estas y otras muchas razones, que el lector encontrará en esta nueva edición del El Güegüence, nos obligaron a un re enfoque total de la obra.

No podemos re inventar El Güegüence o acomodarlo a nuestras preferencias ideológicas, o a nuestras fantasías, sino que tenemos la obligación de ser fieles a lo que está escrito y de continuar descubriendo en cada intento elementos que en el pasado escaparon a nuestra atención.

He escudriñado el Güegüence parlamento por parlamento tratando de entender mejor la complejidad y riqueza de su trama. He analizado su texto palabra por palabra y en ocasiones sílaba por sílaba, y he estudiado una multitud de documentos históricos (que en forma más amplia publiqué en mi libro El Cuecuence o Gran Sinvergüenza), y que nos ayudan a conocer el contexto económico, político y social en que se desarrolla la obra. El resultado es un Güegüence novedoso y lleno de sorpresas.

El estudio más profundo de la jerga en que está escrito y de ciertas realidades históricas, que no se investigaron suficientemente en su momento, han ido sacando a luz nuevos elementos que difieren de lo que por mucho tiempo aceptamos como cierto en El Güegüence, que le imparten una nueva e insospechada dimensión y que ponen fin a malentendidos y “mitos” largamente divulgados.

Por novedosa que parezca, la versión que ofrecemos está estrictamente fundamentada en el texto mismo de la obra. Las glosas y el vocabulario que ofrecemos permiten al estudioso constatar la validez y fidelidad de esta nueva versión. La traducción libre al castellano moderno, con giros del habla nicaragüense, facilitan una lectura fluida y graciosa que nos hará reír a carcajadas, pero permanecen fieles al contenido y sentido de los originales que hemos atesorado a lo largo de varios siglos.

En los últimos años se ha realizado una estupenda labor en favor la preservación y divulgación de su música, de sus danzas y su vestuario. Llegue nuestro más estruendoso aplauso a quienes lo han hecho posible. No ha sucedido lo mismo, sin embargo, con la representación completa de la obra con todos sus parlamentos, doble sentidos, homofonías y gestos, elementos que la distinguen como el único y más completo cuecuechcuicatl o “canto quisquilloso” del teatro prehispánico de cultura nahuatl, que se conserva vivo. El fusionar una vez más todos sus elemento es un reto difícil pero ineludible. Quizás el pequeño aporte de esta nueva traducción que hoy deposito en sus manos, contribuya a restaurar El Güegüence a su antiguo esplendor.

Una vez mas, ¡muchas gracias por su atención y paciencia!

Si no me he excedido en el tiempo, quisiera ahora abrirme a sus preguntas y comentarios.




BREVE RESUMEN DE LA TRAMA

1. El Gobernador y tlatoani de un pueblo grande de indios ordena a su Alguacil Mayor, suspender los escandalosos bailes y zarabandas que, sin el pago del permiso correspondiente, realizan en su barrio o “linaje” (campamento) los señores Principales (la nobleza indígena) del pueblo.

2. Su Cabildo real se encuentra en bancarrota y el Gobernador ordena que el Cuerpo de Policía ( La Ronda ) ejecute el cobro correspondiente.

3. El Alguacil intenta cumplir la orden, pero los Principales arremeten contra La Ronda que regresa casi en cueros, dejándoles solamente un “capotín colorado” como el de un tal Güegüence que tiene fama de bufón o “gracejo”, que - a juzgar por el título de “Don” que ostentan sus hijos- es también un Principal, que dice ser hombre rico y que parece ser cómplice de tales zarabandas, abasteciéndolas quizás con vino de contrabando.

4.El Gobernador ve solucionados sus problemas económicos y manda traer a Güegüence a como dé lugar. ( De las piernas, de la cola o de donde Dios te ayude )

5. El Güegüence, Don Forsico -hijo suyo que lo defiende y apaña en todo - y Don Ambrosio, hijo bastardo de la esposa del Güegüence, que lo denigra e insulta cada vez que puede, han escuchado la orden del Gobernador, y entran ahora en escena.

6. El Alguacil se presenta como un “criado” (¿hijo de crianza?) del Gobernador y comunica al Güegüence la orden de que vaya “corriendo y volando” ante el Gobernador. El Güegüence recurre por primera vez a una fingida sordera y tras varias burlas al Alguacil, al Gobernador, a la Corona española y a su escudo de armas, finge finalmente reconocerlo como su amigote y compañero de farra en las tales zarabandas, donde insinúa dejó quizás olvidada su “insigne vara” de Alguacil.

7. El Alguacil le ofrece entonces -a cambio de un “salario”- enseñarle los modales cortesanos con que debe presentarse ante el Gobernador que, aunque indio, ha adoptado las costumbres, vestimenta y hasta máscaras con las facciones europeas. El Güegüence imita las lecciones del Alguacil con saludos ofensivos al Gobernador. Para eludir el pago, el Güegüence recurre de nuevo a su fingida sordera y finalmente finge pagarle una suma absurda en una explicación disparatada en la que mezcla medidas monetarias con medidas de volumen.

8. Aquí irrumpe en escena el Gobernador, acompañado de todo su Cabildo Real y el Güegüence los saluda esta vez impecablemente.


9.El tal Cabildo, contra toda ley, incluye al padre, a la esposa y a toda la parentela del Gobernador, ( Eguan noche: Ihuan no chan ) denunciándose con este saludo el escandaloso nepotismo del Gobernador-Tlatoani.

10.El Gobernador, que ha ordenado traer al Güegüence a su Juzgado de lo Civil (Provincia Real), pretende ahora cobrarle licencia para “calarse” (entrar) en él.

11.El Güegüence protesta con chistosos argumentos y propone a cambio negociar amistosamente con el Gobernador su ropa de contrabando (¡!) y otras bellezas que asegura tener en su tienda.

12.El Gobernador interroga entonces a Don Forsico y Don Ambrosio sobre la realidad de tales riquezas. Don Forsico las pondera y Don Ambrosio, por el contrario, aclara que el Güegüence no es más que un ladrón sin vergüenza (Cuecuetzin) y sus mercaderías puro cuento. El Güegüence lo insulta y Don Forsico aclara que Don Ambrosio es un hermano bastardo, pues cuando regresaron de un viaje por México ya su madre estaba encinta de otro. (Quizás de un español).

13. El Güegüence ofrece entonces mostrar su mercadería y en una escena graciosísima va mostrando las cosas más inverosímiles.

14. Descubierto el engaño, el Güegüence propone ahora hacer un trato matrimonial con Dña Suche Malinche y pasa a ponderar las habilidades y (falsos) oficios de Don Forsico, quien corrobora todo lo dicho por el Güegüence.

15. Insatisfecho, el Gobernador pregunta si el Güegüence, (a quien tiene como un gran “gracejo” o bufón) y sus hijos conocen bailes y zapateados para entretener a su Cabildo Real. Siguen entonces diferentes bailes en los que demuestran sus habilidades y gracias.

16. Insatisfecho todavía, El Gobernador retoma entonces la propuesta de matrimonio con Dña Suche Malinche y, planeando una broma, ordena al Alguacil traer al Juzgado a su Escribano Real a quien explica sus intenciones y le pide a su vez traiga consigo a su Dña. Suche Malinche, quien resulta ser la alcahueta (suche) de un burdel y posiblemente amante del Escribano Real.

17. El Escribano ejecuta la orden y regresa en compañía de la falsa Dña Suche y de varias “muchachas”.
18. Al verlas, el Güegüence se percata de la broma y asegura que él no ha hecho ningún trato. Que tal vez su muchacho. Don Forsico confirma gozoso que quiere casarse y el Güegüence le muestra entonces a las candidatas que resultan, la una “arruinada” y la otra embarazada, nada menos que por Don Ambrosio, cliente asiduo del burdel.

19. El Güegüence pregunta a Don Ambrosio que donde aprendió esas cosas y este le contesta: “De acostarme con vos papito”

20. Don Forsico escoge finalmente a Dña Suche, que no está embarazada. El trato se cierra y la boda se lleva a cabo “en lo civil”, sin la intervención de ningún sacerdote. En las bodas indígenas era el mismo Tlatoani quien presidía la ceremonia.

21. El Gobernador pide entonces al Güegüence corresponder con unas yuntas de botijas de vino de Castilla (de contrabando, pues su importación está restringida) y chicha .

22. El Güegüence dice que él las conseguirá de algún modo, pero Don Forsico se le adelanta y regresa con dos botijas de vino que dice haber conseguido con un amigote, “querido” suyo y afirma que fue su papá quien le enseñó esas mañas. Don Ambrosio corrobora lo dicho por Don Forsico.

23. El Güegüence pide entonces le presten unos machos para transportar las pesadas “yuntas “ de vino pues los suyos están todos chimados desde el pescuezo hasta la cola. Traen los machos y el Güegüence los examina con Don Forsico en un gracioso diálogo.

24. Los muchachos se montan en los machos dejando a la novia “vestida y alborotada”.

25. Ni el gobernador ni la novia, ni los miembros del Cabildo protestan o resienten que el novio se vaya sin Dña. Suche, pues todos reconocen que la boda no ha sido más que una broma del Gobernador.

26. El Güegüence pregunta entonces si no habrá entre los presentes algún “cepillo” que quiera brindar por el Cabildo Real del Señor Gobernador Tastuanes. Y como nadie lo hace el Güegüence mismo brinda entonces por Castilla, con El Gobernador, con el Escribano, con el Regidor Real y con el Alguacil Mayor.

27. Un “Remate” genial. El Gobernador que al principio de la obra ha mandado suspender las escandalosas pachangas de los Señores Principales, con la excusa de una supuesta boda ha organizado ahora otra peor en la que participa su Cabildo en pleno, con la asistencia de tres “niñas” de dudosa reputación y para la cual El Güegüence ha conseguido vino de contrabando. Posiblemente se repartía chicha entre todos los concurrentes. La obra termina, muy acertadamente, con los sones de El Borracho en cuya danza se remeda la total embriaguez de los bailantes.

 
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